Antiguo edificio de Correos
Para el Martes Santo, más que un rincón tengo una esquina. Me refiero a que cuando busco un lugar en mis recuerdos relacionado con la jornada del martes, indefectiblemente el que me viene a la cabeza es la esquina del antiguo edificio de Correos, la formada por la calle Cánovas del Castillo con Pintor Villacis. Y es que durante toda mi infancia ibamos a recoger a mi tío Antonio y a mi padre, que trabajaban en Correos, y salíamos a ver la procesión justo donde los cortejos de San Juan de Diós y San Juan Bautista se unían para formar una única procesión. Al echar la vista atrás tomo conciencia que el público que asistíamos en este punto era diferente al de otras procesiones, para empezar más mayor. En mi cabeza tengo una nebulosa de mujeres añosas, muchas de ellas de pelo cano y con peinado permanentado voluminósamente esculpido. También tengo en el recuerdo la pregunta de mi madre diciéndome ¿Pero tu quieres ver esta procesión? si no dan caramelos. Quizás mi madre en aquella época todavía no se había dado cuenta que mi padre al poner su semillita en ella, había inyectado el veneno de la Semana Santa, y la criatura que ella estaba engendrando en su vientre se convertiría en un monstruo devoraprocesiones.
Hay algunas cosas más flotando en mi líquido de los recuerdos, como aquellos nazarenos de trompetas largas y sonido extridente, que para poder tocarlas se levantaban una especie de lengüeta que arrancaba desde la altura de la nariz y que servía para tapar el agujero que había en el capuz a la altura de la boca. Era ridículo y a mi me recordaba a la nariz de Gonso, el de los teleñecos. El caso es que no se si actualmente siguen utilizando este capuz, esta Semana Santa me fijaré en el detalle.
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