En la jornada del Domingo de Ramos siempre me ha costado trabajo encontrar un sitio donde contemplar idoneamente la procesión de San Pedro. Hace ya muchos años, en torno a quince, recuerdo que la procesión pasó por la calle de los Apóstoles. En esa ocasión la disfruté enórmemente al tener como fondo de mi contemplación la capilla de los Junterones y la puerta de los Apóstoles. Por desgracia, al año siguiente, modificaron el recorrido por lo que hubo que buscar otro lugar. Después de aquello, durante unos cuantos años, la Cofradía de la Esperanza hacía su recorrido a la inversa de como lo hace ahora, es decir que salía en dirección a la plaza de las Flores y regresaba por la calle Jara Carrillo. Así que durante este tiempo mi lugar para ver la procesión era precísamente en la esquina entre la Gran Vía de Salzillo y Jara Carrillo. La elección venía motivada por que a la hora que pasaba por aquí había menos gente que en otros puntos del recorrido, pero lo cierto es que siempre me ha parecido una calle desangelada, sin gracia ninguna.
Hace no más de cinco años, o eso creo, la cofradía decidió cambiar el sentido de la procesión, siendo los últimos puntos del recorrido San Bartolomé, plaza de Santa Catalina, plaza de las Flores, calle Jiménez Baeza y Plaza de San Pedro. Al conocer el nuevo recorrido fue como si se me abrieran las puertas del cielo, la calle Jiménez Baeza es un lugar que me encanta para ver una procesión, tan estrecha, tan diferente y con un aliciente especialmente sabroso, disfrutar la procesión con una cerveza en una mano y con un pastelico del Zaher en la otra. ¿Cómo se me habrá ocurrido hablar de esto cuando son las 3 de la tarde y todavía no he comido?
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