De un tiempo a esta parte la Murcia Nazarena está a vueltas con que la Semana Santa murciana sea declarada de Interés Turístico Internacional. Se ha abierto el debate de si nos lo merecemos o no, de si otras Semanas Santas que cuentan con dicho reconocimiento han hecho suficientes méritos para haberlo logrado, o si las manifestaciones pasionarias de una localidad son mejores que las de otra. Estoy convencido de que son discusiones valdías que no llevan a ninguna parte. Después de muchos años recorriendo ciudades y pueblos de la geografía murciana y española, no soy capaz de elegir cual es la mejor Semana Santa. Más aun, ni siquiera me planteo la necesidad de comparar unas con otras. Lo verdaderamente importante es como en cada lugar se muestra la idiosincracia y la personalidad de sus gentes en sus manifestaciones populares. En la diferencia está la riqueza y, sinceramente, no me pidan que elija entre la Madrugá de Sevilla, el Jueves Santo de Valladolid o la mañana del Viernes Santo en Murcia, no puedo ni quiero decantarme por ninguna, pues en todas he sentido cosas tan maravillosas y diferentes que cualquier comparación es absurda. ¿Cómo decidir si es mejor escuchar a la Banda de las Cigarreras de Sevilla, a la Burla de Murcia, a los tambores de Moratalla, o a la Legión cantándole al Cristo de la Buena Muerte de Málaga? Pues no, definitivamente no, me niego a poner una manifestación por encima de la otra, es de cortos de mira (por no decir otra cosa) afirmar que lo de uno es lo mejor y que todo lo demás no vale nada.
Para ilustrar mis comentarios me gustaría compartir un documental de TVE de 1968 en el que se muestran diversas tradiciones de la Semana Santa española. Tengo que decir que me ha emocionado ver las manifestaciones murcianas, pero que de igual manera me he sentido conmovido por la multitud de formas en la que los pueblos y sus gentes muestran su religiosidad, costumbres y ritos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario