lunes, 12 de marzo de 2012

Rincones de mi memoria (Jueves Santo III)

               C/ Puxmarina

Iglesia, bar, iglesia, bar, iglesia, bar-bar, iglesia, bar-bar-bar, iglesia, bar-bar, procesión, bar, procesión.
Solo con esta frase podría quedar resumida a la perfección mi tarde-noche del Jueves Santo. Para los no iniciados traduzco. Nuestra bendita tradición de Jueves Santo es la de visitar los monumentos al Santísimo que se montan en las iglesias. Pero nuestras estaciones tienen que ir acompañadas con la penitencia de los latigazos, que en este caso son latigazos de cerveza y alguno de vino. En definitiva, nos mortificamos para alcanzar la gloria. La primera iglesia la de Jesús, el primer bar el Tío Sentao. Posíblemente nos pasemos todo el año sin pisar esta taberna pero no hay Jueves Santo que fallemos a nuestra cita. Allí estamos como clavos mi padre y un servidor, y en los últimos años tampoco perdona mi cuñao Josito. A él lo de la Semana Santa le gusta a su manera, pero lo de la penitencia y los latigazos lo cumple escrupulosamente.
El recorrido continúa por San Nicolas, calle de las Mulas, San Pedro, Plaza de las Flores, Santa Catalina... y conforme va anocheciendo se van sumando más familiares y amigos al acto penitencial. A estas alturas el grupo lo conformamos en torno a una quincena de personas, aunque no se si porque somos tantos o por las cualidades multiplicadoras de la visión etílica.
Eso si, aun nos quedan fuerzas para acercarnos a la calle Correos y ver junto a la familia de Josito la Procesión de san Lorenzo. Al paso del Cristo del Refugio su madre canta una saeta que rompe el silencio de la noche. Cuando el tambor sordo cierra la procesión la voz de Alicia aún flota en el aire.

Después de ésto todo ha acabado, pero no era así hace unos años. La procesión de La Soledad, antiguamente del Retorno, salía de la Iglesia del Carmen a las 23:00 horas. Hago un inciso (En los 30 años que lleva esta procesión ha cambiado tantas veces de horario, recorrido, día e incluso imágenes, que resulta casi un imposible tener los recuerdos bien ordenados. Así que para esta narración me decanto por centrarme en el transcurrir de la procesión en el año 2006 por la calle Puxmarina. Ya no pasa por aquí, tampoco procesiona con este horario tan tardío y actualmente el paso que abre el cortejo se estrenó el año pasado). Quizás por todo ello he elegido como Rincón de mi memoria del Jueves Santo esta calle, por su exclusividad (creo que este año ninguna procesión pasará por ella) por su estrechez, por su sabor y porque se me quedó grabada la imagen de los nazarenos de negro del Carmen avanzando en soledad por este lugar. Hay momentos, a veces solo instantes, por los que merece esperar anhelante todo un año a que llegue la Semana Santa, uno de ellos fue éste.

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