martes, 15 de marzo de 2011

Declaración de Interés Turístico Internacional


De un tiempo a esta parte la Murcia Nazarena está a vueltas con que la Semana Santa murciana sea declarada de Interés Turístico Internacional. Se ha abierto el debate de si nos lo merecemos o no, de si otras Semanas Santas que cuentan con dicho reconocimiento han hecho suficientes méritos para haberlo logrado, o si las manifestaciones pasionarias de una localidad son mejores que las de otra. Estoy convencido de que son discusiones valdías que no llevan a ninguna parte. Después de muchos años recorriendo ciudades y pueblos de la geografía murciana y española, no soy capaz de elegir cual es la mejor Semana Santa. Más aun, ni siquiera me planteo la necesidad de comparar unas con otras. Lo verdaderamente importante es como en cada lugar se muestra la idiosincracia y la personalidad de sus gentes en sus manifestaciones populares. En la diferencia está la riqueza y, sinceramente, no me pidan que elija entre la Madrugá de Sevilla, el Jueves Santo de Valladolid o la mañana del Viernes Santo en Murcia, no puedo ni quiero decantarme por ninguna, pues en todas he sentido cosas tan maravillosas y diferentes que cualquier comparación es absurda. ¿Cómo decidir si es mejor escuchar a la Banda de las Cigarreras de Sevilla, a la Burla de Murcia, a los tambores de Moratalla, o a la Legión cantándole al Cristo de la Buena Muerte de Málaga? Pues no, definitivamente no, me niego a poner una manifestación por encima de la otra, es de cortos de mira (por no decir otra cosa) afirmar que lo de uno es lo mejor y que todo lo demás no vale nada.
Para ilustrar mis comentarios me gustaría compartir un documental de TVE de 1968 en el que se muestran diversas tradiciones de la Semana Santa española. Tengo que decir que me ha emocionado ver las manifestaciones murcianas, pero que de igual manera me he sentido conmovido por la multitud de formas en la que los pueblos y sus gentes muestran su religiosidad, costumbres y ritos.

lunes, 14 de marzo de 2011

Ya estamos en Cuaresma


Que largo se está haciendo este trimestre, no hay manera que llegue la tan ansiada Semana Santa. Pero ya estamos en Cuaresma, ahora nos encontramos a tan solo un mes de que los tambores resuenen por las calles y plazas de Murcia. Pero los tambores llevan resonando en mi cabeza desde que se acabó la Semana Santa de 2010, así que se me hace tan largo tener que esperar más de un año para volver a vivir las procesiones.
Hace unos años me impuse no leer, escuchar, ni mirar nada de Semana Santa hasta que no llegara el Miércoles de Ceniza. Durante algún tiempo lo cumplí, pero últimamente no lo consigo y la verdad es que no se si me da remordimiento de conciencia. Me refiero a que me paso todo el año pensando en estos diez días de primavera y dudo que sea bueno, ya que vivir la semana de Pasión no llega a la altura de revivir la semana de Pasión. Son tantas las espectativas puestas que al final sientes una pequeña decepción cuando se acaban las procesiones. Nunca terminas colmado, nunca quedas completamente satisfecho y tienes que esperar todo un año para buscar ese momento, ese pellizco que con el paso de los meses magnificarás hasta convertirlo en sublime.
Yo no se que tiene este veneno que me lleva a autoproclamarme adicto. Estoy enganchado, soy obsesivo, necesito ser rozado por ese instante. No es más que un segundo en el que música, arte, tradición, memoria, patrimonio y sentimiento se alinean con mi alma, nada más que un suspiro que me deja lleno y vacío al mismo tiempo. Se trata del encuentro conmigo mismo, con mi identidad, con mi ciudad, con los míos y con mis antepasados. ¿Se puede pedir más?