lunes, 18 de octubre de 2010

¿Para qué preguntarnos quienes somos?

Auroros de Murcia

Estoy matriculado en un master sobre educación y museos. En una de las asignaturas nos han pedido reflexionar sobre ¿Para qué sirve el patrimonio?, Aquí escribo mis consideraciones sobre la cuestión.

¿Para qué crees que debería servir el patrimonio?
En orden de más a menos importante
-         Identidad
-         Conocimiento
-         Respeto
-         Rentabilidad
Para mí, sin lugar a dudas, el valor primordial del patrimonio es su capacidad para generar y transmitir la identidad de una sociedad. El patrimonio es el legado que generación tras generación va conformando la idiosincrasia de un colectivo. Esa capacidad que tiene el patrimonio para contestar a la pregunta de quiénes somos es lo más trascendente, así que el resto de valores del patrimonio pasan inexorablemente a un segundo plano.
Para que una colectividad siga avanzando debe apoyarse en el conocimiento de su  patrimonio, sin unos cimientos sólidos la construcción de la sociedad se tambalea, no podemos crecer sin memoria, y el patrimonio es la memoria viva de nuestros antepasados en nuestros días.
Sin educación y sin respeto al patrimonio estamos expuestos al desastre. Respeto al patrimonio cultural, pero también al patrimonio natural, pues si la explotación del patrimonio no es sostenible, no tendremos futuro.
Por último, en este escalafón queda la rentabilidad, y no por que no la considere importante, sino porque al compararla con el resto de valores, no puede por más que quedar como una excelente consecuencia del buen uso del patrimonio
¿Hasta qué punto tiene que ser rentable?
Lo que nos llevara a proteger el patrimonio no tendría que venir marcado por la rentabilidad turística que pueda producir, y repito, la razón de ser de un patrimonio no es su rentabilidad económica sino su rentabilidad social como generadora de identidad, conocimiento y respeto.
¿Qué sea rentable puede condicionar su enfoque?
Por supuesto que en ocasiones la rentabilidad cambia la razón de ser de un patrimonio, puede cambiar su sentido y trasformarlo en una pequeña o gran mentira. Debemos de luchar contra las perversidades del turismo y el dinero, y tratar de ofrecer una versión veraz del patrimonio. No tiene sentido que si los San Fermines es la fiesta que más turistas extranjeros atrae a España, en Murcia decidamos hacer encierros de toros bravos por la Trapería, Platería y calle Sociedad. Tenemos que ofrecer lo que tenemos y hacerlo de la manera más respetuosa posible.
 
¿Cuándo se convierte, un museo, en una colección de fetiches culturales?
Cuando se pierde la contextualización, cuando no explicamos adecuadamente lo que estamos viendo, cuando olvidamos el sentido original de las piezas que estamos exponiendo, cuando tratamos los objetos expuestos como divinidades intocables. Un museo cuando se muestra al visitante debe ser más una maquina para la interpretación del patrimonio que un contenedor de cosas bonitas, antiguas o curiosas.
¿Los museos y centros patrimoniales realmente consiguen la transmisión y objetivos de acuerdo con los cánones de tratamientos que estamos abordando?
Tenemos que revisar el papel y la función de los museos constantemente, somos instituciones al servicio de la comunidad, y en el momento que se nos olvide esto caeremos en el inmovilismo y la fosilización. Si el museo no es una institución viva capaz de dinamizar culturalmente a una colectividad, no tiene razón de ser. Si el museo es solo un lugar para conservar y exponer objetos patrimoniales, es un museo muerto. Talleres, actividades, cursos, conferencias, ciclos culturales, publicaciones, estudios, investigaciones, conciertos, charlas… todo esto y mucho más debe ser el museo del siglo XXI.

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