Hace tres o cuatro años, durante una de las ediciones de alterarte, un solar que siempre estaba atestado de coches, pasó por unos días a ser un campo de flores. Lo efímero hace que la creación sea algo especial, el espectador se convierte en testigo de excepción de algo que no se va a repetir. Captar el instante, conseguir el soplo que se produce en un determinado segundo de un día cualquiera, hace de ese segundo, de esa existencia, una vivencia especial, y tu que estás ahí eres tan protagonista como el artista o la propia obra con la que te encuentras.
Hoy el solar es un pequeño jardín encajado entre edificios. Algunos niños, entre ellos mis sobrinos, juegan en el parque que han montado en una de sus esquinas. Imagino que casi nadie se acuerda de que hace un puñado de años, durante unas pocas horas, una instalación artística ocupaba el solar de la calle San Antonio de Murcia. Más adelante llegará el momento de reflexionar sobre la memoria, el recuerdo, lo efímero y como podemos abrazar el tiempo mientras que se nos escapa entre los dedos
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