Al igual que cuando eres niño la cerveza te resulta amarga, el Jueves Santo era para mi un día sin demasiado interés entre las dos grandes procesiones de Murcia (Coloraos y Salzillos). Pero ahora me encanta la cerveza y aun más el Jueves Santo.
Durante algunos años he ido a Totana por la mañana para disfrutar de los traslados a la Iglesia de Santiago. Es un momento con un gran sabor, tanto como las cervezas del multitudinario aperitivo que se lía en las inmediaciones de la parroquia. Que ambientazo, una gran fiesta para los sentidos, para todos los sentidos. Si a todo esto le sumas la buena compañía de mi familia de Totana, tienes un cocktail imposible de mejorar.
eso si, lo difícil es volver a Murcia, no solo por la agradable procesión de la tarde-noche, por sus nazarenos de túnica negra, por sus empanadillas en la sená que comparten con todo el mundo, sino por la tajá que llevas encima después de todo el día de cervezas. En fin, que de las veces que he ido, en ocasiones me he quedado hasta tarde allí y en otras he cortado a tiempo para poder visitar los pasos en la Iglesia de Jesús. Pero este es otro capítulo de mi memoria, un capítulo que merece atención preferente y por tanto le reservo una entrada monográfica que más adelante publicaré.
eso si, lo difícil es volver a Murcia, no solo por la agradable procesión de la tarde-noche, por sus nazarenos de túnica negra, por sus empanadillas en la sená que comparten con todo el mundo, sino por la tajá que llevas encima después de todo el día de cervezas. En fin, que de las veces que he ido, en ocasiones me he quedado hasta tarde allí y en otras he cortado a tiempo para poder visitar los pasos en la Iglesia de Jesús. Pero este es otro capítulo de mi memoria, un capítulo que merece atención preferente y por tanto le reservo una entrada monográfica que más adelante publicaré.
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